Arquivos diarios: 26/08/2011

El noble intelectual

Todavía faltaba un siglo para que las Luces irrumpieran en las elites europeas. Sin embargo, algunas actitudes del Conde de Lemos ya prefiguraban lo que estaba por venir: su querencia activa por las artes y las ciencias lo convertían en peculiar entre los nobles de su época. No poca de su fortuna la empleó en sufragar las obras de escritores y pintores. A Pedro Fernández de Castro (Monforte de Lemos, 1560 – Madrid, 1622), por ejemplo, le dedicó Cervantes sus Novelas Ejemplares, las Comedias y Entremeses y la segunda parte del Quijote. Góngora se hospedó en sus dominios monfortinos y Lope de Vega fue su secretario particular. Y su mano se encontraba detrás de la fundación de la célebre Academia de los Ociosos de Nápoles, de la que ahora se conmemoran 400 años

Una paisana geográfica, que no cronológica, del séptimo Conde de Lemos, la estudiosa Manuela Sáez (Monforte, 1937) coordina en la ciudad italiana un congreso sobre la academia. Se celebrará entre el 28 y el 30 de septiembre y en él hablarán una decena de expertos en arte y literatura italianos del XVII. “Fernández de Castro es un personaje muy reconocido en Italia, aquí no, o no tanto como debería”, considera Sáez. El noble monfortino ostentaba el virreinato de Nápoles, en aquella época parte de la Corona española, cuando decidió apoyar a Giovan Battista Manso en su proyecto de academia. “Se llamaban academias, pero eran centros de reunión para intelectuales”, expone, “y allí se discutía sobre música, sobre artes, sobre literatura, incluso se hacían representaciones teatrales; aunque también sobre matemáticas, ya que asistían igualmente los hombres de ciencias”. Eso sí, no todo estaba permitido: los ociosos no podían debatir ni de teología, ni de política.

Tampoco la Academia de los Ociosos, en la que participaban con asiduidad los poetas Giulio Cesare Capaccio y Giambattista Basile o el dramaturgo Giovanni Battista de la Porta, fue la única iniciativa de política cultural y educativa emprendida por el virrey y conde gallego. Entre 1608 y 1616, período de su mandato, Fernández de Castro se interesó por construir un edificio para la universidad -en la actualidad, un museo arqueológico- y pagó de su propio bolsillo fondos para la biblioteca de Nápoles y para la academia que había contribuido a conformar. “Compraba obras de arte con su dinero, sobre todo los tapices, lo más valorado entonces”, señala Manuela Sáez, y los destinaba a patrimonio público.

Al Conde de Lemos, que antes, justo en el período en el que Lope de Vega había sido su mano derecha, era conocido como Marqués de Sarria, le debió el virreino italiano el saneamiento de su hacienda. “Eso lo reconoce todo el mundo”, apunta Sáez. Del cargo en Nápoles pasó a presidir el Consejo Supremo de Italia -antes había hecho lo propio con el Consejo de Indias-, hasta que sus protectores, la familia Lerma, caen en desgracia. Las proverbiales intrigas palaciegas, las crónicas se refieren a la conspiración contra él del Duque de Uceda y el Conde-duque de Olivares, lo mandan de vuelta a su villa natal.

Lo que comenzó siendo un retiro voluntario, a partir de 1618, en Monforte acabó convertido en un confinamiento obligatorio. En esta época, Pedro Fernández de Castro centró su atención y sus esfuerzos en Galicia y en la defensa de sus derechos colectivos. Con los contornos que estos tenían en el siglo XVII. También depositario del marquesado de Andrade y de sus tierras en la comarca de Pontedeume, la investigadora Manuela Sáez relata que en 1619, el conde emprende “su vuelta a Galicia en 80 días”. Recorre todos sus estados, compra la villa de Noia y se interesa porque el viejo Reino obtenga el voto en Cortes.

Para ello redacta dos obras de política ficción avant la lettreHistoria del diputado gallego con las demás provincias de España y El búho gallego haciendo corte con las demás aves de España. “No vio colmada esa aspiración en vida, solo un año después de su muerte”, explica la coordinadora del congreso del cuarto centenario de la Academia napolitana de los Ociosos. Manuel Murguía, tal vez el historiador central del galleguismo decimonónico, explicitó las deudas históricas “del país gallego” con el noble monfortino: “Su pluma, su palabra, su influencia, sus riquezas, todo lo puso al servicio del país gallego”.

Fernández de Castro murió en 1622. Fue mientras viajaba a Madrid a visitar a su madre enferma, Catalina de Zúñiga. Finalmente fue él quien, mientras la salud de su progenitora mejoraba, falleció. En la ciudad de la meseta, las especulaciones por la muerte del conde se dispararon. Una carta de Lope de Vega alimentó la polémica -escribía el poeta y dramaturgo: “Mucho hay que hablar y que no es para el papel”. Siete años después, sus restos fueron trasladados al convento de Santa Clara, en su Monforte natal. Su viuda, Catalina de la Cerda y Sandoval, terminó ordenándose monja en el mismo recinto.

Fuente: El País

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Exponen especialistas tratamientos contra plagas en libros de fondos antiguos

Restauradores y especialistas en archivos bibliográficos han optado por el uso de fungicidas basados en la semilla de toronja, además de los que se aplican mediante nebulizadores

 Tepozotlán • Para contrarrestar el ataque de hongos en los libros de fondos antiguos de los siglos XVI al XIX, restauradores y especialistas en archivos bibliográficos han optado por el uso de fungicidas basados en la semilla de toronja, además de los que se aplican mediante nebulizadores.

Así lo dio a conocer, Ricardo Paquini Vega, restaurador del Fondo Antiguo y Colecciones Especiales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el marco del Coloquio para Caracterización y Tratamiento de Hongos en Libros de Fondo Antiguo, que se realizó la víspera en el Museo Nacional del Virreinato (MNV), en el Estado de México.

En el foro, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, de la UNAM, Paquini Vega destacó las ventajas de este tipo de tratamientos, que además de su efectividad en el combate de plagas, son de bajo costo y no afectan al ambiente.

“Son métodos novedosos, en particular, el nebulizador, que no tiene más de cinco años de haber sido adoptado, no implica grandes costos, pues un aparato de este tipo se vende en el mercado desde los 450 hasta los mil 500 pesos”, compartió el restaurador.

De acuerdo con Paquini Vega, en México ha comenzado a mostrarse una cultura de la conservación de estos materiales, no obstante, la formación de especialistas aún es escasa, ya que al año tan solo egresan una decena de restauradores especializados provenientes de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), del INAH.

“Somos muy pocos, sin embargo, también hay algunos técnicos formados en otras instituciones que buscan atender este vasto patrimonio”, apuntó el experto.

Al impartir la conferencia “Medidas preventivas y correctivas para el tratamiento de los libros afectados por hongos”, el restaurador egresado de la ENCRyM comentó que en la adopción de nuevos tratamientos se ha optado por técnicas más ecológicas, como el uso del “citricidin”.

Dijo se trata de un fungicida que se extrae de la semilla de la toronja, el cual ha resultado muy benéfico, ya que las colecciones sometidas a este tipo de fumigación siguen estables.

Compartió que “el citricidin se diluye en alcohol y se aplica mediante la técnica de hisopo directamente en el sitio donde estuvo la colonia. La única desventaja es que se mantiene la huella donde estuvieron estos hongos, pero ya no siguen activos”.

Otra de las técnicas de conservación y restauración, detalló, es la nebulización que recurre a los aparatos que utilizan los enfermos de asma.

“Creamos una nube de fungicida alrededor del área afectada que cae directamente sobre el papel. Esto ayuda a que las fibras no se hinchen demasiado y también se elimina la colonia de hongos”, abundó Paquini Vega.

Por su parte, la restauradora Xochipilli Rossell Pedraza, responsable del Departamento de Conservación del Museo Nacional del Virreinato (MNV), comentó que el coloquio surgió a partir de un convenio con la FES Cuautitlán, que tiene una Unidad de Investigación de Granos y Semillas que se especializa en el problema de los hongos.

Agregó que ellos “conocen las mejores técnicas y procedimientos para combatir el problema que causan los microorganismos en los fondos documentales, por lo que decidimos organizar este encuentro que ayude a los especialistas a la óptima preservación de los materiales históricos, a partir del establecimiento de un protocolo de conservación”.

Respecto al estado de conservación del fondo antiguo que resguarda el MNV, aseveró que es bueno, aunque algunos ejemplares sí han sufrido el ataque de hongos, lo que vuelve urgente la aplicación de un tratamiento para su preservación.

Los efectos más visibles, dijo, son las manchas y la degradación del material, por lo que los volúmenes afectados han tenido que ser separados del resto de los libros para evitar la propagación de los hongos.

Rossell Pedraza apuntó que se trata de un problema severo, de ahí que sea tan necesaria la intervención de los expertos, antes de que el daño se vuelva irreversible, pues el acervo resguarda documentos de gran importancia histórica, muchos de ellos considerados auténticos tesoros por su antigüedad y temática.

Agregó que como medidas preventivas, el MNV implementa un sistema de control de humedad y temperatura, que son factores básicos para la mejor preservación de los ejemplares, además de evitar el contacto directo mediante el uso de guantes y cubrebocas.

La Biblioteca “Pedro Reales” del MNV alberga una colección de 4 mil ejemplares en el fondo antiguo, que datan de los siglos XVI al XIX, impresos en distintas ciudades europeas y novohispanas, así como una colección de 94 libros de coro.

Las temáticas de los volúmenes son diversas, y van desde el derecho canónico, hasta la filosofía, hagiografía (historia de la vida de los santos), historia eclesiástica, homilética (alusivo a homilías o sermones), mariología (sobre la vida de la Virgen María), sagradas escrituras, literatura, física, medicina, geografía, gramática y diccionarios.

Entre los participantes en el coloquio también estuvieron José Luis Osorio Juárez, a cargo del Archivo General y del Consejo de la Judicatura Federal y la química farmacéutica bióloga Juana Oropeza Esquivel, de la UNAM.

Además de Rosa María Escobedo, coordinadora de bibliotecas y hemerotecas de la FES Cuautitlán; el restaurador Gilherme Fracornel, especialista en fotografía; y la bióloga Elva Bazán Mora, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, entre otros

Fuente: Milenio